Mañana voy a volver a Támesis
a comer coco en las escalas de la plaza.
Allí la poesía se hace comiendo coco y penando.
El saborcito cae y la montaña
ese iceberg bajo la superficie del cielo
mira y espera.
El poema resbala rumiando nubes
y el sol se dispersa en todos los colores
hasta morir en el naranja.
El placer más barato del parque
es el coco y el mango.
y como mucho coco como
mucho coco compro.
Y masticando la iglesia me mira y me absuelve
y la cordillera canta y ondea tres banderas de plata
blancas como el coco.
En Támesis todo es un poema,
mi hermana por ejemplo hace halados de coco y frutas
y cuando llego me da todos los de coco con cariño
y sonrisa.
Mi hermana hace poesía y mi madre y mi otra hermana
y mi padre el obrero.
De solo pensar en ellos se me condensa el alma
y como cuando exprimo el coco con los dientes
una lechita dulce me almibara el corazón.
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