A Miguel Moncada Jaramillo
De algún lugar del universo
En el cáliz uterino
fraguó carne y hueso
Con treinta y cuatro semanas
hizo temblar la tierra.
Ahora crece calmo, vigoroso,
cuna, poema, risa.
Pongo las manos al fuego
por cada cabello
Entrego todo el aliento
por los primeros pasos.
Doy fe de su buen nombre
de su condición guerrera.
Tengo la esperanza en vela
y el asombro renaciendo.
Brindo vida por la vida,
siento el sabor de la sangre.
Ahuyento el camino fatal
conjuro bienaventuranzas.
Caigo de rodillas muy lento
y aprendo a temer al llanto
Aprendo a llorar ya viejo
y a nacer cada dos horas.
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