A veces tienes tanta fuerza como
veinte caballos. No te importa la
gravedad horizontal de los cincuenta y
te olvidas que despiertas de noche a orinar, que tu pistola tiene un solo tiro,
que el tiempo te está cobrando los trasnochos. Sabes que alguien estuvo en un
rincón de las tabernas, de los garitos, de las calles llevando la cuenta: el
lunes 15 tragos, el martes 8, el miércoles 20, el jueves 15, el viernes 30, el
sábado 40, el domingo te lo perdonaban,
lo sabías, siempre supiste que el domingo era libre y no eras católico. No hay
que ser cristiano para saber que el domingo no cuenta.
La pasión son veinte caballos
tirando, un polvorín el tiempo, un galope de tormenta el corazón.
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