martes, 21 de marzo de 2017

El inspector


Voy a terminar esta trilogía de Juan Lanas con un par de historias de una época anterior a la de la emisora Ondas del San Antonio.

Cuando eso Juan Muñoz no era reconocido con el apodo de Juan Lanas, pues aún no se dedicaba a la reparación de radios, radiolas y tornamesas. En esa época don Juan Muñoz, era inspector de policía. Y con su estilo particular dejó huellas imborrables a partir de anécdotas que deben ser ciertas porque ruedan de boca en boca en la tradición oral de Támesis, un municipio en el que en las noches se pueden ver grupos de personas tomando chocolate en la heladería la Maité, pero más que chocolate o café se toman la palabra para conservar la memoria oral, un patrimonio cultural que se salvaguarda contándolo, no tanto escribiéndolo como cree la ministra de cultura de Colombia y un sin número de historiadores.

Cuentan que en una ocasión se llamó a Juan Muñoz para que hiciera el levantamiento de un cadáver. Como siempre don Juan pidió la asistencia de su secretaria Elvia, con quien salió para el lugar de los hechos.  Efectivamente había un hombre muerto, un adulto no mayor de treinta años que había decidido terminar con su vida colgándose de una de las vigas de la sala de su casa.

Cuando llegaron al sitio, en la entrada de la casa ya estaban apostados varios curiosos y un par de policías, que a la llegada del inspector y su secretaria abrieron paso para que entraran a hacer el levantamiento. La puerta estaba ajustada y con mucho sigilo Juan Muñoz la abrió para ingresar, pero antes de entrar vio en la mitad de la sala al hombre chilinguiando, colgado de una soga, con la lengua afuera y con el cuello y la cara de color azul. A lo que don Juan dirigiéndose a su secretaria y también a los curiosos exclamó: ¡aquí no se puede hacer ningún levantamiento¡ Y por qué? pregunto la secretaria. No ve? Respondió, preguntando, el inspector. No ve al tipo chilinguiando. Aquí lo que hay que hacer es un bajamiento. Dijo don Juan mientras le daba instrucciones a los policías.


Y en otro caso, Juan Muñoz fue llamado a hacer el levantamiento del cadáver de  un vecino que había sido asesinado de varios disparos, y que estaba tirado en la calle. Para esto Juan Muñoz escribió en su libreta de apuntes: “el occiso estaba totalmente muerto en un alto de la carrera Bolívar, con la mano derecha hacia La Pintada y la cabeza hacia San pablo, pero mirando hacía Valparaíso. La mano izquierda estibaba dirigida hacia Jardín, el pie derecho hacia Fredonia y el izquierdo hacia Jericó. Por estos indicios es fácil suponer que el asesino es de Valparaíso o está escondido allá”. 

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