Muy de vez en cuando la vida de los pueblos
es sorprendida con personas espontáneas, tanto que sin proponérselo, estos
personajes transforman la historia y construyen la memoria colectiva. Seres
humildes que posiblemente nunca supieron de su existencia memorable. De don Juan Muñoz se cuentan tantas historias
que tendré que hacer una zaga recordándolo. Le decían Juan lanas porque arreglaba radios,
radiolas y vitrolas, entre otros utensilios de lujo de la primera mitad del
siglo XX, y no entraba en detalles sobre sus reparaciones, cuando un cliente
después de recibir su artículo reparado, le preguntaba: ¿Don Juan? ¿Qué tenía
el radio? El sonriendo respondía: ¡Una lanita¡. ¡Una lanita¡.
Sin embargo, lo que hizo memorable a Juan lanas
fue el hecho de haber creado, solo, la primera emisora de radio de Támesis y
por eso para muchos, Juan lanas inventó la radio. La llamó Ondas del San Antonio. Tenía un
alcance de 100 metros a la redonda, mejor dicho cubría el marco de la plaza,
pero Juan lanas era tan optimista que empezaba su transmisión diciendo con
énfasis “Buenos días América”.
Luego logró aumentar potencia y la señal
llegaba a toda la cabecera municipal e incluso a veredas y corregimientos, y a
veces se desbordaba tanto que le reportaban sintonía del departamento de Caldas.
La emisora se apoderaba de todo el dial, y se le montaba a las frecuencias
donde tradicionalmente estaban radio Sutatenza,
Todelar y radio Santa Bárbara, y hay quien dice que
Ondas del San Antonio entraba hasta en las neveras, que esa si estaba en todas
partes.
Como trabajaba solo, para hacer sus salidas
contaba con el tiempo que durara un LP, más o menos media hora. El andaba con
un transistor pequeño con el que comprobaba señal. Uno veía a don Juan tomando
tinto en el parque y súbitamente salir corriendo rumbo al cuartico de alquiler
en el que vivía y tenía la emisora, y podía apostar, sin riesgo a equivocarse,
que el afán de Juan lanas, era porque había puesto un LP rayado en la consola.
Uno de sus anunciantes era don Jesús Arbeláez,
quien tenía un almacén de zapatos en toda la plaza, al lado del almacencito de
don Héctor Abad, el papá de Héctor Abad el médico humanista y el abuelito de Héctor
Abad, el escritor. Total que los anuncios eran los siguientes:
Se avisa a toda la comunidad que al almacén
la REBAJA acaba de llegar un lote de chanclas para mujeres plásticas y otro de
zapatos para hombres de cuero negro. Aprovechen antes de que se agoten.
Y así también, es memorable, el siguiente anuncio:
Se avisa a la comunidad que se acaba de
perder una marrana negra con un lunar blanco en el hoyo. Hay recompensa para el
que la encuentre. Valga decir que El Hoyo es un sector que queda a dos cuadras
de la plaza principal.
Y no se sabe si es verdad o exageración
popular, pero dicen que perdió la pauta de la parroquia, a la que le transmitía los rosarios y las misas, por haber evidenciado su poca formación cristiana,
con este anuncio;
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