La existencia de una teoría para la narración oral le ha permitido a Nárrate identificar los elementos que constituyen la oralidad y de esta manera identificar herramientas para potenciarlos.
Es aquí donde se comprende como la personalidad del narrador es relevante y también parte de la narración misma, comprendiendo que cuando una persona asume el oficio de cuentero, está convirtiendo su vida en una obra de arte porque al contar historias de manera oral esta contando su historia.
Por un lado, podemos decir que solamente los relatos que tienen que ver con la vida del artista o que de alguna manera se pueden asociar a ella, son los que interiorizan, -los cuenteros dicen que ellos no escogen los cuentos, sino que los cuentos los escogen a ellos, y es verdad-.
Por el otro lado está la característica de la narración oral de la co-creación. Esta consiste en que los relatos se hacen con el público. El narrador oral construye la historia en el aquí y ahora. El maneja una estructura de los cuentos y aunque sea un cuento de la literatura, tiene los personajes y las acciones en su mente, pero cuenta la historia desde sus imaginarios, desde sus recuerdos y en el momento de contar puede entrar y salir cuando quiere del relato principal y comentar o poner y quitar elementos, porque aunque sea un cuento literario de autor, él narrador oral también está reinventado. Al narrarlo se apropia y hace arreglos a su vida y al modo oral.
Por todo esto la personalidad del narrador oral es fundamental, porque será la personalidad de sus relatos y esta será la que marque su voz y su estilo.
Muy diferente al arte representativo, en la que el artista se convierte en experto en adoptar la personalidad que se sugiere para las obras. Esta es una de las diferencias fundamentales entre la narración oral y el teatro.
